La figura de Hércules resulta habitual en los conjuntos iconográficos del siglo XVII relacionados con la monarquía española de los Austrias. Esta presencia no es casual ni meramente decorativa, sino que responde a una relación que se venía estableciendo desde antiguo entre el héroe grecolatino y la Península Ibérica, y a una filiación más próxima en el tiempo entre el citado personaje y la Casa de Austria.
Ya en la Grecia clásica, Hércules se caracterizaba por su fuerza moral, pues se había sometido voluntariamente a Euristeo, más débil que él, y era considerado el prototipo del Bien en la lucha contra el Mal y de la ayuda a los hombres. Con la llegada del cristianismo se convirtió en un modelo de virtudes cristianas y prefiguración de Cristo.
En la Hispania medieval surgió un gran interés por Hércules, difundiéndose profusamente los dos episodios de su leyenda que lo vinculaban a la Península, la lucha contra Gerión y la colocación de las columnas en Cádiz. Incluso se le dio credibilidad histórica a estos hechos, relacionando al héroe con la dinastía hispana; así lo hizo Rodrigo Jiménez de Rada en su Historia gótica. Otras obras medievales que unen a Hércules con España son la Primera Crónica General de España y la General Estoria, ambas del rey Alfonso X, Los doze trabajos de Hércules de Enrique de Villena, o Favor de Hércules contra Fortuna, del marqués de Santillana.
Quedan establecidas así las dos grandes corrientes a la hora de representar al héroe: la alegórico-religiosa y la alegórico-política o histórica.
Del paso de Hércules por la Península se derivaron las visitas a otros países, con lo que varias dinastías europeas se consideraban descendientes del héroe. Es el caso de la casa de Borgoña, de la que saldría el primer monarca español de la Casa de Austria, Carlos I (1500-1558), reuniéndose en él las diversas tradiciones hercúleas. El emperador se identificó a sí mismo como nuevo Hércules, eligiendo como divisa las palabras “plus ultra” colocadas en torno a las columnas heraclianas, pues aspiraba a ir más allá de las mismas. Esta identificación dio lugar, según afirma Rosa López Torrijos en su obra La mitología en la pintura española del Siglo de Oro, a la expansión y posterior éxito del tema hercúleo en el arte español de los siglos XVI y XVII; vínculo que pasará a todos los monarcas de la Casa de Austria española.
Así, Hércules aparece, en el siglo XVI, en obras encargadas por el propio emperador Carlos I, por personas relacionadas con él, o por organismos que querían rendir homenaje al héroe griego y al emperador conjuntamente. Como ejemplos se pueden citar el palacio de Carlos V en la Alhambra, donde dos medallones de la fachada occidental representan las luchas de Hércules contra el león de Nemea y el toro de Creta, y la fuente de dicho palacio, con la escena del héroe y la hidra de Lerna de nuevo en un medallón.
Pero es en el siglo XVII cuando la figura de Hércules tendrá más éxito. Así, este personaje está presente en dos destacadas obras patrocinadas por la monarquía y ubicadas en el palacio del Buen Retiro de Madrid, el Salón de Reinos y el Casón.
El Salón de Reinos era uno de los tres salones que se encontraban en el ala Norte del palacio del Buen Retiro, obra ideada por Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares (1587-1645), y proyectada por Alonso Carbonell (1583-1660), siendo su inauguración en 1632. La decoración de este salón tenía dos funciones: la “oficial”, que sería la exaltación del reinado de Felipe IV (1606-1665) y por extensión de la dinastía de los Austrias; y la “indirecta”, justificar e impulsar la política belicista del conde-duque. Ejemplo de esto último es el cuadro de Juan Bautista Maíno La toma de Bahía, donde aparece el propio Olivares coronando al rey.
El conjunto pictórico del salón estaba formado por retratos ecuestres de miembros pasados y presentes de la familia real, doce cuadros de batallas, y diez cuadros con trabajos de Hércules realizados por Francisco de Zurbarán (1598-1664) en 1634. Por tanto, los trabajos heraclianos, actualmente en el Museo del Prado, son las únicas obras no históricas del conjunto.
Hércules contra el toro de Creta |
Hércules peleando con Anteo |
Hércules contra el jabalí de Erimanto |
Desviación del río Alfeo |
Hércules contra Cerbero |
Hércules atormentado por la túnica de Neso |
Hércules venciendo a Gerión |
Hércules separando los montes Calpa y Abyla |
Hércules contra el león de Nemea |
Hércules contra la hidra de Lerna |
Se pueden establecer cuatro razones para la presencia de Hércules en el Salón:
- La continuación del vínculo entre Hércules y la Casa de Austria establecido por Carlos I.
- La tradición que unía a Hércules con la historia de España. En esta línea aparecen representadas en el salón las escenas de la lucha contra Gerión y la colocación de las columnas en Cádiz.
- El parangón que se realizaba entre las victorias del héroe (el Bien) contra los monstruos (el Mal), y las victorias del rey sobre sus enemigos. Se estaría hablando, por consiguiente, de una razón de tipo político-moral, y no político-religiosa, como afirma López Torrijos, pues la política española era, más que de defensa de la Religión contra la Herejía, de defensa de la moral católica frente a la moral protestante. Así, aparecen representadas doce victorias españolas, en relación con los lienzos de Hércules.
- El sentimiento religioso, que se muestra en el cuadro Hércules atormentado por la túnica de Neso, donde se establece un paralelismo entre el sufrimiento del héroe y la purificación final exigida al cristiano; sería, por tanto, una alegoría cristiana de Hércules.
Con estos elementos se puede realizar la lectura iconográfica del conjunto: se exhibe la grandeza de la monarquía española, tanto territorial, con la representación de las armas de los veinticuatro reinos, como moral, España defensora del Bien sobre el Mal, de la moral católica sobre la protestante. Las batallas contra los enemigos del catolicismo se comparan con los trabajos de Hércules, quien a la vez representaba a Felipe IV por herencia dinástica, lo que se enfatiza con los retratos de los ascendientes y del heredero. Felipe IV sería, por tanto, el verdadero Hércules reencarnado.
En la sala principal del Casón del Buen Retiro aparecen representados los trabajos de Hércules y el origen de la orden del Toisón. Son pinturas realizadas en el techo y paredes de la sala por Luca Giordano (1634-1705) en 1697. Los objetivos de este programa iconográfico eran, por un lado, el ya habitual de exaltación de los Austrias y la misión salvadora de España; y por otro, convencer de la grandeza de un linaje que en esos momentos transmitía una impresión de debilidad y agotamiento, evidenciándose en la figura del monarca Carlos II (1661-1700). Para ello, Luca Giordano tomó como fuente principal la Iconología de Cesare Ripa.
Se concibe el techo a modo de gran cielo abierto, en el que figuras pequeñas forman escenas independientes. Se combinan dos tipos de estructura: en los lados menores no se limitan las escenas, y en los mayores la limitación viene dada por una estructura de arquitectura fingida.
Hércules aparece como conquistador del vellocino de oro, debido probablemente a que Jasón era un personaje muy poco conocido en España.
La lectura iconográfica del conjunto sería la siguiente: en las paredes de la sala se muestran las hazañas de Hércules, que representa el origen mítico de la dinastía de los Austrias. En la bóveda aparecen dos trabajos de Hércules realizados para ayudar a la divinidad y alegóricos del papel de España en la cristiandad (lucha contra los gigantes y matanza de Anteo); en la parte central se muestra la relación del héroe con la Casa de Borgoña y la fundación de la Orden del Toisón, su máximo galardón (Hércules entrega el vellocino a Felipe el Bueno, antecesor de los Austrias). En la parte opuesta de la bóveda se alaba el poder de la monarquía española que se extiende por todo el mundo (esfera a sus pies), y se manifiesta por los enemigos sometidos, Guerra (Furor encadenado), Herejía (dragón), el Poder Real (león con cetro y armiños), la Riqueza (joyas), y los distintos pueblos; y por las virtudes que la adornan, como la Concordia y la Piedad.
Luca Giordano tuvo como influencia el techo del palacio Barberini en Roma, de Pietro da Cortona. Si en el palacio Barberini hay una exaltación de los Barberini a través del papado, en el Casón se exalta a los Austrias a través de la monarquía española.
En conclusión, se puede afirmar que la figura de Hércules, héroe mitológico en la Antigüedad grecorromana, se vio envuelta en un proceso que la transformó, por la confluencia de diversas significaciones, en uno de los principales motivos heráldicos de la monarquía española de la Casa de Austria, sin perder por ello las implicaciones morales que el héroe ostentaba desde sus inicios.
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